Barba sagrada: ¿qué lugar ocupa Domínguez en la historia de los técnicos de Estudiantes? :: Olé

Tinta nueva en la historia. Más allá de las cuestiones que han rodeado el año de Estudiantes de La Plata y sobre todo a Eduardo Domínguez, que tuvo muchos amagues propios y ajenos que parecían correrlo del cargo, el DT terminó por revalidar su enorme trabajo. En San Nicolás , el Barba se colgó la quinta medalla desde su arribo a Estudiantes. Sí, los números marcan que desde la llegada del técnico pentacampeón, el Pincha celebra cada seis meses.

Ayer, con su triunfo agónico frente a Platense, Domínguez quedó a un solo trofeo de alcanzar a Osvaldo Zubeldía como el DT más laureado en la historia del club. El Zorro fue campeón en seis oportunidades. Además, ya superó a Sabella por tres y a Bilardo por cuatro.

Ahora bien, hilando fino, habrá que intentar dilucidar el lugar de Eduardo en la historia. De acuerdo al propio sentimiento del hincha, hay tres ídolos inamovibles. Esos son Don Osvaldo Zubeldía, arquitecto del mejor Estudiantes de La Plata de la historia, Alejandro Sabella, campeón en 2009 de la Libertadores en el Mineirao, y Carlos Bilardo, el hombre que forjó gran parte de la escuela pincha.

Claro, si bien es cierto que Domínguez ya tiene cinco títulos, superando a Bilardo y Sabella, la realidad es que las figuras de Pachorra y el Doctor van mucho más allá de los resultados. Es que esos dos nombres han tallado, como jugadores y luego como técnicos, gran parte de la estirpe del club. Basta con entrar al Country de City Bell para entender el significado que tienen dichos apellidos.

Luego vendrá Osvaldo Zubeldía, otro de los próceres de Estudiantes de La Plata. U n hombre que supo poner al club en el mapa forjando la famosa mística con triunfos heroicos frente a los gigantes de Brasil y el Manchester United.

Para saber de la magnitud de la grandeza del Zorro, basta con entrar al museo de Old Trafford. Allí yace la pizarra utilizada por Zubeldía el día de la final de la Copa Intercontinental frente a los ingleses, en donde les escribió a sus jugadores: “A la gloria no se llega por un camino de rosas”.

Entonces, es cierto que los títulos de Domínguez lo elevan con todos los condimentos que tiene que tener un entrenador que queda en la historia, pero el legado de los próceres parece, al menos hoy, insuperable. En Estudiantes, un club que vela por ganar y volver a ganar, también prevalecen los valores, el legado, la historia y la escuela. Tanto Zubeldía como Sabella y Bilardo son parte de esas historias. El Barba aún no es catalogado como uno de los de esa institución ultraexclusiva, aunque el paso del tiempo cada vez lo santifica más. Su salida del Estadio de San Nicolás, con la camiseta de José Sosa puesta como muestra de pertenencia, es una señal.

Aunque ojo, puertas adentro ya hablan de las enseñanzas de Domínguez. En el clásico de la fase regular entre Estudiantes y Gimnasia, Ascacibar prevaleció a su técnico. “A mí me gusta jugar los clásicos como la escuela de Eduardo”, sentenció el Ruso.

Su tarea ha sido descomunal cortando una sequía de 13 años sin títulos en UNO que se cortaron con un flash de cinco consagraciones casi al hilo. Pero claro, más allá de que todos valen uno, cualquier hincha reconoce la diferencia entre los títulos locales del Barba y las consagraciones internacionales de Sabella y Zubeldía.

Ahora bien, Eduardo parece ser el mejor de los terrenales del Pincha. A día de hoy, su tarea puede haber superado por amplio margen a lo hecho por el Cholo Simeone, que logró la heroica en el 2006 ganándole la final del clausura a Boca en el desempate final.

A estos elementos se los podría agregar el pensamiento de los hinchas. Si bien aún no lo ponen en la mesa de los entrenadores icónicos, de a poco lo van empujando para que quizás algún día tenga el derecho a reclamar una silla al costado de Pachorra, el Zorro y el Doctor. Ojo, los adeptos del León no entregarán tan rápido esa silla para la que aún faltan tachar algunos items. A nivel internacional sobretodo.

A día de hoy, Eduardo Domínguez es el segundo entrenador más laureado en la historia de Estudiantes. A su vez, el Barba, empezó a ganarse el derecho a quizás algún día pertenecer al selecto club de la mística pincharrata.